viernes, 2 de abril de 2010

La policía se disculpa con curiosos regalos



Kayleigh Hill y Anthony McVey, residentes en Dibden Purlieu, Hampshire (Reino Unido), se quedaron de piedra cuando varios policías irrumpieron en su casa derribando la puerta. Decían que aquella casa era el cuartel general de un peligroso traficante de drogas

Anthony fue esposado y llevado a comisaría. De nada sirvió que dijera que hacía poco tiempo que se había mudado a esa casa, que él era soldado del Real Cuerpo de Ingenieros y que no tenía nada que ver con ningún traficante.

Una vez tomados los datos en comisaría se dieron cuenta de una cosa: que Anthony no mentía. El traficante había abandonado la ciudad y había puesto en venta su casa. El soldado, sin saber quién era su anterior residente, compró el hogar. Así que los agentes le devolvieron a casa y le pidieron las disculpas pertinentes.

Pero la cosa no se acabó ahí. La policía volvió la tarde del mismo día. Kayleigh y Anthony ya se temían otro error de la autoridad. Sin embargo, los uniformados volvían en son de paz y disculpa y con tres regalos para la pareja.

Además de asegurar que la comisaría pagaría la factura de la puerta dañada, los agente traían para ella traían un ramo de flores y para él una botella de cerveza valorada en casi dos euros. Los regalos fueron aceptados con cierta perplejidad por la pareja, que quizá esperaban galletitas horneadas por la mamá de alguno de los policías.

Ahora se discute si ese regalo fue el más adecuado. De hecho los implicados en la “redada” serán interrogados sobre la idoneidad de tal presente. Y es que ¿acaso a las mujeres no les gusta también la cerveza?

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